Ayer vinieron a revisar el gas, la historia hasta aquí es apasionante ¿eh?, un momento que os sigo contando.
Hace varios años que viene el mismo chico a realizar la revisión anual de la caldera, comprueba el gas de la cocina, saca el aire a los radiadores y me recuerda que mi caldera es una de las que más problemas da, cuando a mí no me ha dado ni uno solo en 12 años, y yo le recuerdo que la mía se porta genial que no me la gafe.
Mi técnico, porque ya es mío de todas las intimidades que me ha contado, es capaz de hacerte un “up date” de su vida en los 20 minutos que dura la visita. Eso sí, la primera vez que revisó la caldera estuvo una hora de reloj en mi casa, ahí descubrí que tenía el don de embarazar a su mujer solo con rozarla, por poner un ejemplo, ese es el nivel de nuestra amistad.
Ayer lo vi alicaído, pero con más pelo, quizás está estresado pero muy bien injertado, ni confirmo ni desmiento. Si le llego a preguntar todavía está en mi cocina.
Pero a lo que voy, es dicharachero, quizás en exceso, y ayer me dejó caer que lo que necesita es un premio de la lotería para dejar el curro, así sin venir a cuento de nada. Le dije que nunca se sabe, que quizás lo vería bañándose en cava el próximo 22 de diciembre. Él, completamente convencido, me dijo “no seré yo ese” y pasó a narrarme una serie de catastróficas desdichas, de lo más cotidianas, que le pasan frecuentemente.
Según su compañero David (un nuevo personaje en esta historia) dice que el problema es que es un pesimista y por esto todo lo malo le pasa, que tiene que verse, vamos que le dice que “visualice” cosas buenas y todo le irá mejor. ¡Alucinante!
Mi técnico no debe estar en su mejor racha, pero yo debo de visualizar divinamente, porque él cada vez que viene me recuerda que tengo la peor caldera del mundo y yo le recuerdo que a mí me funciona genial y que no se meta con ella que lo escucha.
Él está triste y yo tengo la misma caldera 12 años, esto debe ser cosa de visualizar.