Cuando comencé con las cartas tenía en mi mente una idea muy clara, una idea gestada de ver las newsletter de otros. Imaginaba mis cartas con secciones fijas, links a cosas “que merezcan la pena” y contenido “interesante”. Pero esto no es lo que a mí me funciona, yo he venido a hablar de mi libro contaros mi vida que es lo que me gusta, lo que me hace fluir y me sirve de terapia.
Podríamos incluso cambiarle el nombre a “Chapas Patatiles”, pero vamos a dejarlo como está que no hay que hacer más leña del árbol caído.
El primer trimestre del año me ha atropellado viva, así sin paños calientes. En un abrir y cerrar de ojos estoy en el cuarto mes del año y yo ni me he dado cuenta, no me parece justo. Y os diré que no me parece justo porque yo no tengo tanta prisa por nada, este ritmo que nos imponen de ir corriendo a ninguna parte me tiene obsesionada.
Por ejemplo, yo tenía prisa a los 16 por tener 18 y que no me pidieran el DNI, o cuando vivía con mis padres tenía prisa por independizarme pero descubrí las facturas y se me pasó de golpe. Y así con todo, voy cumpliendo años y se me quitan las prisas. En estos momentos me motivan más las pausas y las sobremesas.
Otro error de estas cartas era que les puse temporalidad, una a la semana, eso tampoco va conmigo. Esa obligación también me mete prisa, paso. Lo mismo escribo una vez a la semana, dos o catorce, ya os he dicho que voy a venir a contaros mis mierdas cosas que me pasan y merecen ser contadas, y eso puede pasar en cualquier momento, no se agenda en el calendario.
Pd.- Una canción no le hace daño a nadie la de esta carta es esta.